¿Alguna vez os habéis frustrado porque los datos no respaldaban vuestras hipótesis? ¿habéis seguido analizando para que las evidencias no matasen una buena historia? Nos jugaríamos una entrada con cena a la Datolada a que sí.
Bien, pues esto puede traernos muchos problemas a la hora de intentar ser objetivos y rigurosos. Es decir, nos aleja de las decisiones data-driven que podrían ser las más óptimas para la organización, pero, ¿por qué ocurre esto?
En primer lugar, todos tenemos propensión a caer en el sesgo de confirmación, un fenómeno psicológico en el cual las personas tienden a buscar, interpretar y recordar la información de manera que confirme sus creencias preexistentes.
Y si es difícil ver los datos y tirar abajo nuestras hipótesis iniciales, más lo es cuando esas hipótesis iniciales son las del cliente (interno u externo). Esa persona que te ha pedido el informe y espera que saques datos que respalden su historia para usarlos cual ariete y convencer de su punto de vista al resto de la organización.
Y a veces, seamos honestos, nuestro punto de vista obedece a intereses particulares que puede que ni siquiera estén alineados con el objetivo general de la compañía. Este melón no lo abriremos hoy, pero…
¿Qué podemos hacer? ¿Sacar datos que confirmen una decisión errónea pero que nuestro stakeholder se marche contento? No sería propio de un datolista.
En primer lugar intentemos pensar con el sistema 2 que decía Daniel Kahneman. Reflexionemos de forma más pausada y racional y no nos dejemos llevar por los impulsos.
Comprobemos de nuevo que los datos son correctos y hemos tenido en cuenta toda la información necesaria, aunque el resultado contradiga nuestras hipótesis iniciales.
Reconozcamos que tenemos sesgos y emociones, y que la realidad a menudo no es tan simple como nos gustaría.
A partir de ahí construyamos un nuevo storytelling sobre los datos objetivos, que nos ayude a transmitir los hallazgos encontrados. La necesidad de historias para comprender el mundo se basa en nuestra bagaje evolutivo como seres sociales. Nos ayudan a cooperar y transmitir ideas y conocimientos de forma sencilla y más emocional.
Debemos transmitir que desmontar nuestras creencias iniciales y tener que reformular nuestros planteamientos significa que estamos siguiendo correctamente la metodología y no nos estamos dejando llevar por nuestros instintos más primarios.
Por último, seamos conscientes de que las decisiones puramente basadas en datos no son la panacea. Como nos contaba Lara Menéndez en la primera edición de la Datolada, puede que el enfoque que debas tomar sea más «data-informed». Es decir, que los datos puros no dirijan férreamente tu organización pero que tus decisiones sean informadas. En este mundo de máquinas hacia el que caminamos debemos poner en valor el criterio humano que nos ha traído hasta aquí.
Y la próxima vez que los datos no respalden el resultado esperado y tengas que dar la cara para explicarlo, recuerda que para Copérnico tampoco fue fácil hacer entender que la Tierra gira alrededor del Sol… “eppur si muove”.
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