Otro verano más. De nuevo la época en la que toca aflojar un poco (al menos en teoría). Para muchos los calendarios se vacían de reuniones, se aplazan lanzamientos y la gente empieza a responder con ese clásico: “te contesto a la vuelta de vacaciones”.
Y justo por eso, porque debería ser más fácil parar, creemos que es el momento perfecto para hablar de lo difícil que se ha vuelto hacerlo.
Porque si algo define a muchos perfiles digitales (incluyendo, por supuesto, a quienes nos dedicamos a los datos y la analítica), es esa sensación constante de estar haciendo cosas todo el tiempo para avanzar, para no quedarse atrás.
Trabajar, formarse, leer newsletters (como ésta), ir a eventos, seguir a referentes, escuchar podcasts, hacer networking, apuntarse al siguiente curso, comenzar un nuevo proceso de selección “por si acaso”, leer cosas en redes, subir cosas a redes, interactuar con cosas en redes … 🥵 Agota sólo de leerlo ¿no crees?
Y ojo: todo esto es estupendo. En Datola, de hecho, lo fomentamos activamente. Promovemos la formación, organizamos eventos, compartimos recursos, creamos comunidad, estamos presentes en redes… y lo disfrutamos un montón.
Pero también sabemos —porque lo hemos visto, lo hemos hablado y lo hemos vivido— que todo esto, si no se gestiona bien, puede terminar saturando. Que toda esa motivación e ilusión puede transformarse en ansiedad, presión y agotamiento si no hay un poco de equilibrio.
Lo que en principio son hábitos útiles, se convierten en obligaciones autoimpuestas. Y sin darnos cuenta, el “estar al día” ya no es algo que nos inspira, sino que nos pesa. Sentimos que si no aprovechamos cada momento para avanzar, estamos perdiendo el tiempo. Como si descansar fuera un lujo. Como si parar fuera cosa de débiles.
Y no, no lo es.
No se trata de dejar de hacer cosas, sino de no hacerlas todas a la vez, todo el rato, todo el año.
Está bien apuntarte a formaciones. Está bien ir a eventos. Está bien compartir en redes. Pero también está bien decir que no. Saltarse un curso. Cerrar LinkedIn durante unos días. Estar un finde sin abrir el portátil. No responder en el grupo hasta el lunes. Estar fuera de cobertura un rato.
Porque, sorpresa: el descanso también es parte del crecimiento.
En el no hacer también se activa algo, se ordenan ideas, se filtra el ruido, aparece la claridad y, la mayoría de las veces, vuelven las ganas. Y eso no lo da un curso de ocho horas ni un artículo sobre las últimas novedades de GA4. Lo da el simple hecho de desconectar.
Hay etapas en las que toca apretar más, claro. Sobre todo cuando estás empezando, construyendo los cimientos de tu carrera profesional, o cuando te enfrentas a un nuevo reto profesional. Pero no todo puede girar alrededor del trabajo y en estar on fire permanentemente.
La vida profesional es solo una parte de la vida. Importante, sí. Pero no la única.
Así que si estás leyendo esto y necesitas una excusa para aflojar, aquí la tienes.
Cierra el portátil > Pon el móvil en modo descanso > Sal a dar un paseo > Quítate los auriculares > Túmbate en la hierba > Mira al cielo…
Haz nada. Hazlo bien.
Feliz verano a todxs!! ☀️
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