El problema no es la IA, somos nosotros jugando con el juguete. La tecnología solo ha hecho más visible algo que ya estaba ahí, pero antes requería algo más de esfuerzo: nuestra capacidad de copy&paste. Ahora podemos sacar texto, slides, código o informes en segundos y casi sin fricción. A ese trabajo con pinta profesional y fondo mediocre muchos ya le llaman workslop y, según este estudio, tiene un coste claro para las empresas. Para nosotros es, simplemente, la mierdificación de los entregables.
Lo vemos en PPTs con más slides que minutos de construcción, en documentos larguísimos sin sustancia, en informes que no aguantan dos preguntas de contexto, en soluciones clónicas. No es culpa del modelo ni de la tecnología: es nuestra en el momento en que le damos al botón generar y enviamos sin leer, sin entender, sin filtrar y, sobre todo, sin trabajarlo. El problema no está en usar IA, está en disfrazar de trabajo bien hecho y acabado algo vacío que, como mucho, añade ruido y acaba quemando a quien lo recibe o tiene que revisarlo.
Que sí, que vamos todos a mil, pero esa prisa es compartida y no debería convertirse en coartada. En lugar de usar las herramientas para amplificarnos, demasiadas veces las usamos para zafarnos: cerrar tarea, cubrir expediente, pasar el marrón. Pensamos que con ese documento al peso ya hemos cumplido, pero lo habitual es que haya otra persona por detrás quitándonos las castañas del fuego, cagándose en nosotros aunque no lo escuchemos y, con suerte, evitando que el esperpento llegue a producción. Lo que para quien lo genera son cinco minutos, para quien lo recibe pueden ser horas de arreglar algo que nunca debió salir así.
La mierdificación tiene un coste doble: para la empresa y para nuestra credibilidad profesional y personal. En un contexto en el que cada vez es más raro recibir feedback honesto, cada entregable mediocre es una oportunidad perdida que mina la confianza y, sobre todo, una falta de respeto por el tiempo de los demás.
No sacrifiquemos nuestra reputación ni nuestras relaciones por hacernos los listillos, por un atajo que al final terminará pagando otro. Excusas para hacerlo mal hay mil, pero desde aquí te invitamos a hacer el esfuerzo y la próxima vez, en lugar de disfrazar ese trabajo como finalizado, explica claramente qué usaste, qué hiciste y hasta dónde llegaste. Y si hay algo que no comprendes, coméntalo abiertamente.
Y, sobre todo, hagámonos siempre algunas preguntas:
- ¿Con qué frecuencia sufrimos esto y con qué frecuencia lo provocamos?
– ¿Nos hemos leído de verdad lo que estamos a punto de enviar?
– ¿Estamos mierdificando solo para cubrir expediente y tachar un punto del checklist? ¿Hay otra forma de hacerlo?
Tengamos presente que pasar la pelota no es completar la tarea, por mucho que queramos creérnoslo. Y cuando estamos al otro lado, como receptores, cuanto antes castiguemos la mierdificación, mejor. Lo difícil es hacerlo hacia arriba, o en entornos con mucho politiqueo, sin abrir heridas o herir egos. Y hay algo que a veces olvidamos: si vemos que todo se mierdifica de forma estructural y la chapuza es la norma, quizá lo más sano sea cambiar de aires.
No se trata de ir con el dedo acusador, se trata de mirarnos por dentro como grupo y decidir qué tipo de trabajo queremos poner en el mundo. Aquí seguimos pensando que la clave no es producir más, sino amplificar lo que de verdad aporta.
Y por aquí, recordaremos que el mundo va, y seguirá yendo, de personas. Ya lo contábamos en lo humano no se automatiza, transciende, usemos la IA para amplificarnos, para mejorar lo que hacemos, para cuidar mejor a nuestros equipos, clientes y comunidades.
No para convertir nuestro día a día en un buffet libre de entregables mediocres.
La Datolada ’26 será el 8 y 9 de mayo en A Coruña, y este jueves abriremos durante 24h, venta flash de entradas.
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