No cabe duda de que en el mundo digital, los analistas jugamos un papel fundamental. Obtenemos información valiosa y la explotamos para ayudar a las empresas y clientes a tomar decisiones informadas y estratégicas. A priori pinta muy bien, pero la realidad es que este trabajo no siempre es fácil. Independientemente de donde nos encontremos (cliente final, consultoría, freelance…) solemos desenvolvernos en entornos solitarios hasta el punto de sentirnos a veces aislados e, incluso, incomprendidos.
Cuando trabajamos en una empresa, sea cual sea el sector, lo normal es que el departamento de analítica sea muy pequeño. Al menos mucho más pequeño que otros departamentos digitales como pueden ser el de marketing o de desarrollo. A menudo, estos equipos están formados por una sola persona que tiene que buscarse la vida para aportar el máximo valor al proyecto sin más ayuda que sus ganas, pasión y capacidades. No nos queda otra que aprender, evolucionar y mantenernos actualizados por nosotros mismos, sin la ayuda de esos compañeros de equipo de los que tanto podríamos aprender. Si a esto le añadimos que para la mayoría de equipos somos una especie de bicho raro (a veces un poco porculeros para los desarrolladores, a veces mensajeros de malas noticias para marketers…), la sensación de aislamiento se acentúa.
En las agencias, la situación no es muy diferente. Cada vez más, se buscan perfiles multidisciplinares que puedan llevar a cabo los proyectos prácticamente por su cuenta. Esto se traduce en que los analistas debemos estar preparados para abordar tareas de todo tipo de forma independiente y en solitario, incluso aquellas que no están directamente relacionadas con el perfil profesional de cada uno. Seguro que en alguna ocasión te ha dado la sensación de que tu trabajo no difería demasiado del de un autónomo.
Esta situación se agrava aún más cuando se trabaja como freelance. En este caso, el analista digital se encuentra totalmente solo ante el peligro, sin nadie con quien compartir las penas y alegrías del día a día. Además aquí se le suman todas las obligaciones externas a la propia profesión que, normalmente, suelen ser un coñazo de c… Estamos pensando en tareas más comerciales, administrativas o burocráticas que tan necesarias son y que poco motivan.
Por si fuera poco, todo esto se intensifica con la popularización del teletrabajo. Aunque trabajar a distancia tiene muchas ventajas, todos los beneficios del contacto cercano con tus colegas de profesión se pierden. ¿Quién no echa de menos esas cervecitas postcurro en las que solucionar conjuntamente los marrones del día?
Sin embargo, no todo está perdido. Tenemos la suerte de formar parte de un sector muy solidario y comprometido que permite disminuir esta soledad que nos define. Sea a través de redes sociales, eventos o newsletters, la comunidad de analistas digitales siempre encuentra la manera de compartir sus experiencias, intercambiar conocimientos y apoyarse mutuamente. Sin duda alguna la mejor manera de estar al día de las últimas tendencias es siguiendo de cerca a todos estos colegas con los que podemos adquirir infinidad de conocimientos.
De hecho, uno de los motivos principales del nacimiento de Datola fue la necesidad de acabar con la soledad del analista digital. Entre todos estamos creando este nuevo espacio para socializar y compartir las alegrías y penas que conlleva nuestra profesión. Poco a poco nos estamos convirtiendo en una especie de familia virtual en la que encontrar el apoyo y la comprensión necesarios para superar todos los retos profesionales que nos propongamos.
Sin lugar a dudas, lo que más nos gusta de este sector, es el colegueo y compañerismo que hay entre la gente que lo componemos. Bravo!
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